"La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente." León Trotsky

sábado, 29 de septiembre de 2012

La MUJER, la Iglesia y el Estado.


El capitalismo es un sistema que se basa en la explotación y la opresión de millones de individuos a lo largo y ancho del planeta, conquistando para sus mercados no sólo a pueblos enteros, tierras vírgenes y parajes inhóspitos, sino también a las mujeres los niños y las niñas.
El capitalismo ha empujado a millones de mujeres al mercado laboral, destruyendo los mitos que las condenaban a permanecer exclusivamente en el hogar bajo prejuicios sin fundamento, permitiendo que las mujeres participen de la producción social; pero lo ha hecho a su modo. El capitalismo ha empujado a las mujeres a las fábricas y empresas pero para explotarlas doblemente, con salarios menores a los de los varones, para, de ese modo bajar también el salario de todos los trabajadores. Y, además, le ha sobrecargado con una doble jornada que empieza en el hogar, sigue en la fábrica y continúa nuevamente en el hogar, pero nunca termina para las mujeres.
El capitalismo, con el desarrollo de la tecnología, ha hecho posible la socialización de tareas domésticas. Sin embargo, si esto no sucede es, precisamente, porque en el trabajo doméstico no remunerado descansa una parte de las ganancias del capitalista que, así, queda eximido de pagarle a los trabajadores y las trabajadoras por las tareas que corresponden a su propia reproducción como fuerza de trabajo (alimentos, ropa, etc.). Alentar y sostener la cultura patriarcal según la cual los quehaceres domésticos son tareas "naturales" de las mujeres, permite que ese "robo" de los capitalistas quede invisibilizado.
Nunca antes, como en el capitalismo, se crearon las condiciones científicas que permiten a las mujeres disponer de su propio cuerpo. El desarrollo de los métodos anticonceptivos como las pastillas, los dispositivos intrauterinos, las ligaduras de trompas e incluso la posibilidad del aborto aséptico y sin complicaciones para la salud, son ya un hecho ineludible. Sin embargo, si las mujeres no podemos disponer de nuestro propio cuerpo, decidir no tener hijos o cuando y cuantos hijos tener es porque la Iglesia, en complicidad con el estado capitalista, sigue imponiéndose sobre nuestras vidas. Además de los millonarios negocios que significa la clandestinidad y que incluye la corrupción de profesionales y mafias policiales, también es cierto que la posibilidad de separar el placer de la reproducción conlleva a una libertad que es peligrosa para los intereses de la clase dominante, porque las mujeres no serían vistas meramente como "incubadoras" y podrían elegir ser madres o no, cuándo serlo y de que manera(...)


-¡Viva la lucha de las mujeres por nuestra emancipación, para pelear en igualdad de condiciones con todos los oprimidos y explotados, en el camino de la revolución social!
 ¡Viva la revolución social para sentar las bases de una liberación definitiva de las mujeres y de toda la humanidad, de las cadenas que hoy nos oprimen!






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